Para conseguir ganar estos comicios, como finalmente ha sucedido, Cristina Kirchner, quien afronta varias causas judiciales por presunta corrupción durante su gobierno, cedió la candidatura presidencial a Alberto Fernández, jefe de gabinete durante todo el gobierno de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner (2003-2007), así como durante los primeros meses de su primer mandato.
“Esto que ha sucedido en Argentina, lo que vemos que ha sucedido en la hermana República de Chile, lo que pasó también hace poco tiempo en Ecuador, nos tiene que abrir la cabeza, no solamente a los dirigentes políticos, sino a todos los dirigentes sociales, empresariales, de la inviabilidad de modelos políticos y económicos basados en el ajuste permanente”, dijo la electa vicepresidenta en un acto ante miles de seguidores en Buenos Aires.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner dejó el poder en 2015 tras dos mandatos consecutivos, su futuro parecía incierto. Con varios casos por corrupción abiertos —13, de los cuales cinco ya pasaron a la etapa de juicio—, muchos daban su carrera política por acabada.
Aunque también estaban los que creían que, a pesar de lo debilitado que quedó su partido tras las victoria electoral de Mauricio Macri hace cuatro años, volvería a buscar la presidencia. Pero no como jefa de Estado, sino como vicepresidenta de Alberto Fernández, encabezando una alianza peronista llamada el Frente de Todos.
La coalición, formada por exrivales, derrotó en primera vuelta a la alianza de Macri, Juntos por el Cambio.
Pero nadie anticipó lo que realmente terminaría pasando.
Este domingo, CFK —como le dicen muchos en su país— se aseguró su regreso al poder.
Pero no como jefa de Estado, sino como vicepresidenta de Alberto Fernández, encabezando una alianza peronista llamada el Frente de Todos. La coalición, formada por exrivales, derrotó en primera vuelta a la alianza de Macri, Juntos por el Cambio.
Si algo no le ha faltado nunca a Cristina Fernández de Kirchner, y al kirchnerismo en general, es audacia e iniciativa política, tanto en tiempos de oficialismo como de oposición; en tiempos de concertación plural o de «batalla cultural», de cadenas nacionales diarias o de silencios prolongados. La noticia es que Cristina Fernández depuso su candidatura presidencial en favor de Alberto Fernández y se reservó para ella la Vicepresidencia. Alberto Fernández fue jefe de gabinete de Néstor Kirchner, estuvo distanciado durante diez años de la ex-presidenta, a la que criticó con dureza, y más recientemente se transformó nuevamente en su consejero de confianza.
«Cualquiera, menos Macri» comenzó a resonar como el lema para lograr un triunfo opositor, con el tercer espacio incluido en la ecuación. Alberto Fernández asumió la responsabilidad de intentar de poner fin a ese kirchnerismo tan «intenso» como derrotista, de dar el golpe decisivo al tambaleante gobierno de Cambiemos. Alberto Fernández quiere ser ese «cualquiera»; la última palabra, como siempre, la tendrán las urnas.
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