Por: Edwin Santana
A finales del siglo XVIII, Cuba estaba llena de instituciones
y medios que favorecían la propagación de ideales; ventaja que fue aprovechada
(y provocada) por los pensadores ilustrados de la isla.
El padre José Agustín Caballero, por ejemplo, fue un
reformador de la educación media, partidario de la educación gratuita para
todos y un conocedor de las ideas de la Ilustración europea que además, a
través de sus obras, invitó a “abrir
cuantas ventanas sean necesarias para ver el mundo desde diferentes
perspectivas”, filosofía totalmente contraria a la escolástica preponderante y
dominante de la época, que pretende que no se mire a los lados “para evitar la
corrupción”.
Otro criollo fue el también sacerdote Félix Varela Morales
que llego a ser diputado a las Altas Cortes españolas, donde manifestó sus
ideas de abolición de la esclavitud entre otras acordes con los principios
ilustrados. Se ganó por expresar sus ideales una condena a muerte y tuvo que
huir a Nueva York, desde donde publicaba sus obras que llegaban hasta Cuba.
Morales siempre defendió la democracia parlamentaria hallable en los escritos
de Montesquieu y criticó duramente la escolástica.
José de la Luz y Caballero fue otro criollo cubano, discípulo
de los sacerdotes Varela y José Agustín Caballero y destacó por su
participación en el debate filosófico público que se llevó a cabo a través de
los periódicos de la época y que enfilaban los espíritus cubanos hacia la idea
del libre pensamiento y el sentimiento de la identidad.
La Ilustración en
México
México, como toda Hispanoamérica, es receptivo a esas ideas
transformadoras de la Ilustración europea. Del mestizaje, surgió un esfuerzo
por buscar identidad que probablemente fue el nido para alojar y atizar los
deseos independentistas.
A pesar de tener instaurada, a través de las instituciones
españolas, las ideas escolásticas, en México ocurrió el curioso hecho de que,
desde el seno de la misma Iglesia Católica empezó a germinar un profundo
interés por las ideas de la Ilustración francesa. Y esto se evidencia con la
acusación y condena por el Tribunal de la Inquisición de seminaristas y
sacerdotes acusados de “leer libros franceses”.
Actores importantes en la profesión de las ideas ilustradas
en México son: sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza, Francisco Javier
Clavijero, Francisco Xavier Alegre, Raymundo Cerdán, entre otros… los
precursores partiendo del pensamiento de Descartes, Bacon y Copérnico; los
demás siguiendo las ideas adaptadas de los primeros así sucesivamente hasta conformar una
tradición netamente mexicana.
Igual que en los demás países latinoamericanos, en México es
el criollo, humillado y excluido, el sujeto de los cambios que, con tres ideas
básicas inculcadas por sus predecesores, solo tenían que lograr la
independencia política para materializarlas. Estas ideas eran:
1.
La
afirmación de la libertad y abolición de la esclavitud,
2.
La
defensa del mestizaje como base formadora del pueblo mexicano y
3.
La
reivindicación de los valores y la cultura de los antiguos mexicanos.
Con la invasión de Napoleón en España, en México, al igual
que en el resto de Hispanoamérica, se empezó a gestar de manera subrepticia un
movimiento independentista. Partiendo de la idea de Jacobo de Villa Urrutia (de
origen dominicano) de emular los movimientos nacionalistas emergidos en España,
específicamente las juntas patrióticas (supuestamente para defender desde aquí
los intereses de la metrópolis) propuesta que no se le dio por ser considerada
por la Inquisición mexicana como sediciosa, pero que sirvió de inspiración para
los lideres insurgentes.
Edwin Santana es
Locutor y estudiante de Filosofía.
0 comentarios:
Publicar un comentario