¿DESPERTAR HACIA QUÉ?


Hace pocos días supe de una familia, cercana a la mía, que se enfrentaba con la gravedad súbita de uno de sus miembros. 


Esa familia, compuesta por personas de un estrato social bajo, como la mayoría de los dominicanos, al notar que su pariente no daba signos de mejoría en su gravedad en manos de los médicos, y a pesar de conocer su diagnóstico (VIH-Sida en etapa terminal) optaron por buscar otra vía de solución que le “garantizase” la vida del individuo, sacando al joven del hospital para llevarlo a los brujos.

Un brujo le dijo que al joven en cuestión le habían “echado un muerto” y que ya no tenía esperanzas; otro afirmó ser capaz de sanarlo bajo no sé cuáles condiciones… el fin es que, al momento de la redacción de este artículo, el susodicho acababa de fallecer.

En este caso particular, que nos puede servir de botón de muestra para darnos una idea de en qué dirección van las actuaciones del “núcleo de la sociedad” de los estratos bajos dominicanos, muere un hombre joven en medio de las siguientes circunstancias:

Primero: un diagnóstico de VIH-Sida tardío, resultado de la costumbre –justificada o no- de no acudir al médico con regularidad (de este punto nos ocuparemos más adelante).

Segundo: una familia dividida en dos grupos que “buscan ayuda” cada uno por una vía distinta: un grupo acude a brujos con superpoderes que desafían la ciencia y las leyes de la física, mientras el otro se sume en oración y declara casi al unísono “que en el nombre del Señor se alejan del enfermo todo espíritu de malicia, de enfermedad, de muerte, etc., etc…”

Si bien es cierto que la fe y las creencias son importantes en el desarrollo cultural de una sociedad, no menos cierto es que, todo (incluyendo las creencias) en exceso hace daño; y queda evidenciado en este caso en el que, probablemente no se hubiera salvado una vida por la razón que se expone en la circunstancia primera citada anteriormente en este mismo texto, pero se hubiese ahorrado eso de lo que tanto se pregona carecer en ese nivel social (dinero) e incluso, probablemente hubieran podido extender sus días como ente físico sobre la tierra, de haberlo dejado en manos de los médicos exclusivamente.

Y es que hay que despertar como sociedad en ese sentido. Hay que empezar ver cuáles son los límites reales de la fe y las creencias en cosas sobrenaturales, metafísicas, paranormales.
Hay que darle el crédito que se merece la ciencia, y luego, en casos como este especialmente, en el que está en juego la vida de un ser querido –que dicho sea de paso estoy seguro de que todo lo que se hizo en esa familia se hizo con la mejor de las intenciones- luego de que la ciencia “se rinda”, entonces dar por justificada cualquier otra acción relacionada con las sobrevaloradas fe y demás creencias.


Por Edwin Santana
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Editor Miguel Feliciano

Lic. en Ciencias de la Com. Social. Productor del Programa Domingo Activo con El Súper Tito, en La Kalle 96.3FM de la Gran Familia Telemicro y la seccion de espectáculos de Cerrando la Tarde, Neon 89.3fm / Pte. del Circulo de Locutores Dominicanos, Inc. filial San Cristóbal. @ElSuperTito1
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